En 2011 iniciamos una serie de reclamaciones en España contra Deutsche Bank por la indebida comercialización de productos derivados especulativos, muy arriesgados y totalmente inadecuados para clientes no profesionales de los mercados financieros, que la entidad ha venido comercializando al menos desde 2006, como coberturas de tipo de cambio con supuestas grandes ventajas y mejor coste: Leverage Fade in Forward Transaction, Resurrecting Leverage Fader Forward, American KIKO, Sliding Leverage Knock in Forward, Leverage European Knock in Forward, Windowed Knock-in Currency Option, TARF o TPF, PIVOT-TPF, etc. Denominaciones de productos financieros OTC, llamativos y sofisticados, diseñados, comercializados y calculados por Deutsche Bank, que sólo esconden grandes riesgos.

La asimetría (diferencia de conocimiento entre el cliente y el profesional financiero) y la falta de medidas de control adecuadas, que la revista Forbes calificaba ya en 2015 (tomando el término acuñado por Margaret Heffernan), de “willful blindness” o “ceguera voluntaria” de la entidad, aplicable a la comercialización de estos productos –no olvidemos que le genera enormes beneficios (con el evidente conflicto de interés)-, ha posibilitado que –pese a las cada vez mayores restricciones normativas de los reguladores nacionales y comunitarios-, se comercializasen estos productos ultra complejos y de cálculo imposible, a clientes con un perfil inadecuado, sin la suficiente o ninguna información o experiencia sobre los mismos y sobre sus riesgos, induciéndoles a tomar decisiones de inversión sin conocimiento de causa, y muy por encima de su riesgo, que acababan en dramáticas pérdidas.

Ello, sin contar con la realización, por parte de algunos operadores de la entidad, de sofisticadas operaciones para generar comisiones y primas adicionales por cancelación y contratación de las mismas; de reestructuraciones encubiertas que ocultaban y agravaban los riesgos y pérdidas; la repercusión de comisiones ocultas, estructuradas en el precio los productos y no informadas al cliente; la comercialización de los productos a supuesto “coste cero”, cuando en realidad conllevaban graves pérdidas en la cancelación y la contratación; u otras prácticas irregulares en su comercialización.

Aun cuando la implementación de los requisitos y exigencias de la Directiva MiFID II y el Reglamento PRIIPs de la UE, y la propia ética de la entidad, debían haber puesto fin a este tipo de conductas, hemos detectado que la falta de medidas adecuadas de control y prevención las ha seguido posibilitando.

Con seguridad no será una práctica generalizada, y quizá sólo unos pocos la practiquen. Quizá sean prácticas arrastradas de una época anterior, o quizá siguen llevándose a cabo porque se ha enquistado en algunos de sus operadores. Pero en cada ocasión en que las atacamos, no podemos dejar de preguntarnos por qué y cómo es posible que los mecanismos de la entidad “permitan” o “posibiliten” este tipo de mala conducta endémica que lleva años desarrollándose; por qué, pese a la evidencia y la coincidencia de intervinientes, la entidad siempre acude al argumento de los “movimientos de mercado”, a la volatilidad, o directamente a culpabilizar al cliente, pese a las evidentes conductas indebidas de sus empleados. Cómo se atreve la entidad, una vez detectado, a ofrecer nuevos productos más arriesgados para reestructurar esas pérdidas, o la concesión de préstamos, como única solución para que el cliente asuma el pago de pérdidas provocadas por los empleados de la entidad. ¿Por qué no reembolsa los costes ocultos o las pérdidas causadas? ¿Por qué la entidad tapa y no extirpa estas conductas? Ello, pese a los muchos años que venimos poniéndole de manifiesto con éxito estas conductas, con reclamaciones y ante los Juzgados.

El pasado lunes 25 de Enero, Stephen Morris y Olaf Storbeck de Financial Times, cuyo artículo recomiendo leer (click aquí para acceder al tweet de Mr. Morris), destapaban la existencia de una investigación interna del banco de inversión del Grupo Deutsche Bank, para averiguar si su personal vendió indebidamente productos de inversión sofisticados a clientes incumpliendo la normativa europea, posiblemente a resultas de nuestras reclamaciones, y, quizá de las de otros afectados. El BaFIN (Autoridad Federal de Supervisión Financiera) y el BCE están tras esta investigación y exigen también explicaciones.

La investigación de Deutsche Bank se ha denominado internamente, de forma muy significativa, “Project Teal”. Y es que, el código en clave “Teal”, hace referencia al grado de perfección que puede alcanzar la dirección de una organización. El “Management Teal” es aquél en el que la dirección de la entidad evolucionaría para desarrollar la autogestión de cada departamento, la escucha activa por parte de la dirección y la percepción de lo que sucede alrededor para desarrollar todo el potencial de la empresa. Pero sobretodo, lo que lo define, es la integridad a todos sus niveles.

Queremos pensar que la nueva dirección del Grupo Deutsche Bank, encabezada por Christian Sewing quiere, por tanto, acabar con estas prácticas y forma de comercializar productos de inversión y coberturas de tipo de cambio, de forma sincera y definitiva. Pero, de nuevo, ha tenido que ser la presión de reclamaciones, como las lideradas por este despacho, y el riesgo de destaparse esta conducta, que afecta a la propia esencia del negocio de inversión de Deutsche Bank, la que ha obligado a la entidad a abrir una investigación a nivel internacional, para “formalizar” y visualizar ante los supervisores financieros que, quizá ahora sí, se están adoptando medidas.

Atrás quedarán, sin embargo, empresas que han atravesado y atraviesan grandes dificultades por las insoportables pérdidas sufridas; Consejeros, Gerentes y Directores Financieros que tuvieron que afrontar la vergüenza y el injusto descredito personal y profesional, e incluso fueron culpabilizados por sus empresas, por haber contratado lo que “no entendían”, productos muy arriesgados cuando se buscaban coberturas, fiándose de quien les asesoraba: el banco número uno mundial en inversión, Deutsche Bank.

Esperemos que la entidad, más allá de rectificar y solucionar sus problemas internos, compense debidamente y sin dilación a los afectados, que jamás hubiesen contratado estos productos de haber sabido qué contrataban, sus riesgos y la realidad oculta de la operativa. Por desgracia, nos tememos que, como ha sucedido hasta la fecha, la investigación sólo sea una apariencia, y sea necesario seguir luchando y reclamando el derecho de nuestros clientes a recuperar sus pérdidas.

Reitero el interés en la lectura del interesante artículo de los Sres. Morris y Storbeck en Financial Times. Llamará la atención de más de uno.

Deutsche probes alleged mis-selling of investment banking products. Investigation at German lender was triggered by client complaints last year.” 

Enlace al tweeter de Stephen Morris (Financial Times)

Dejo también enlace a la publicación de Cinco Días que se hacía eco de la misma.

“Deutsche Bank investiga si vendió en España productos de forma inadecuada” 

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